A ras del suelo hay un círculo , un lindero discreto entre el público y las dos personas que se encuentran en el interior. Un espacio de tensión, de atención, que se estira y se aprieta; como una respiración animada por el compromiso y la complicidad entre los dos artistas. Un escenario simple que cobra vida a través de la intensidad de las presencias, el impulso de los cuerpos y la escucha del otro. Ver con los oídos, con el instinto, con los cinco sentidos. El gesto transporta, y se alimenta de una técnica dominada, donde los equilibrios, los malabares, el mástil chino y la danza dialogan en una totalidad poética. Ven está destinado a la parte de humanidad que conservamos, a ese sentimiento de confianza que nos construye y nos eleva.